Limbo

9 Nota General
Diseño: 9/10
Diversión: 9/10
Mecánica: 9/10

Su atmósfera, nos atrapa | Los sentimientos que transmite | La mecánica de juego

No dura mucho

Análisis realizado por Eva Cid

Título: LIMBO
Desarrolladora: Playdead
Productora: Playdead
Distribuidora: Xbox Live
Género: Plataformas, puzzle
Fecha de lanzamiento: Ya a la venta
Nº Jugadores: 1

Mucho se ha hablado en todos los medios especializados del sector sobre el boom creativo que están experimentando las plataformas de descarga digital de videojuegos, y no es de extrañar, pues a través de ellas han visto la luz una gran cantidad de productos independientes, cuya calidad y originalidad suponen un soplo de aire fresco en el estancado panorama comercial del mercado de masas. Pequeñas compañías como Number None Inc. y su inspirado Braid, Thatgamecompany (creadores de flOw y el magnífico Flower), Amanita Design y su Machinarium, o los españoles Over the Top Games autores de NyxQuest, son un buen ejemplo de ello. Estudios compuestos por un pequeño equipo de personas, de aficionados a los videojuegos, que echan mano de recursos poco habituales en otras producciones mayores para crear obras particulares que exploran otros caminos a la hora de entretener y suscitar sensaciones o emociones en el jugador.

Es en este punto donde los chicos de Playdead, un pequeño estudio danés compuesto por 9 personas, en esta línea de innovación y de buscar nuevos horizontes a la hora de desarrollar el concepto tradicional de videojuego, donde irrumpen y se coronan con una pequeña obra de arte llamada Limbo.

En Limbo no hay acción, no hay un argumento definido, no hay música, nuestro protagonista no tiene nombre, no hay explicaciones previas al juego ni a su mecánica. Nada. ¿Entonces, qué es lo que ofrece Limbo? La respuesta es clara y concisa; una experiencia inolvidable a través del deleite de los sentidos.

Ciñéndonos puramente a la mecánica jugable (y despojando al juego de su alma con este ejercicio de banalidad), se trata de un plataformas en 2D de scroll lateral repleto de trampas que tendremos que sortear, y trabajados puzzles que deberemos resolver con nuestro ingenio y cierta pericia a la hora de jugar con las (excelentes) físicas de los elementos móviles que aparecen en pantalla. La mecánica nos obliga a seguir la fórmula del ensayo y error, y moriremos muchas, muchísimas veces, pero no se hace tedioso en absoluto pues hay checkpoints prácticamente a cada paso. Una mecánica efectiva y sencilla en su planteamiento, pero que no es más que la base motriz, el esqueleto que mueve y sustenta el inspiradísimo y terrible microcosmos con el que Playdead nos deleita y sobrecoge. Lástima que algunos se queden solo en esto y no sepan, puedan o quieran apreciar todo lo demás.

SENTIDO Y SENSIBILIDAD

Tomamos el control de un niño, así se intuye por su silueta, que despierta en mitad de una nada fundida en blanco y negro. Sin ningún tipo de explicación o tutorial tendremos que adentrarnos en ese inquietante mundo, avanzando con cautela, incluso con temor, pues el entorno se vuelve cada vez más hostil, y en ocasiones cruel.

Muy pronto nos veremos irremediablemente implicados en ese brillante juego de sutileza/crueldad que es una constante en toda la aventura, y es que la delicadeza de nuestro protagonista, esa ternura que desprenden sus infantiles movimientos, choca continuamente con la crudeza y el horror de muchas situaciones de las que seremos testigos, y en muchas ocasiones, víctimas. Dichas situaciones están representadas visualmente de manera tan brillante y contundente que no hacen falta ríos de sangre ni casquería en HD para dejarnos sin aliento.

El miedo a lo desconocido es un recurso que está francamente bien explotado en Limbo, así como la capacidad de inmersión. Es extremadamente fácil empatizar con nuestro pequeño protagonista y sentir aprensión ante el entorno que le rodea, así como perderse (metafóricamente) por los bellos escenarios, deleitarse en cada pequeño detalle y dejarse envolver por cada sonido; el susurro del agua, el rumor de la hierba, el zumbido de los insectos o el lejano ruido de un motor.

Visualmente Limbo es un lienzo en movimiento. El brillante uso del blanco y negro y las diferentes tonalidades de gris es recurso más que suficiente para ofrecernos un espectáculo visual y artístico bellísimo al que lamentablemente estamos poco acostumbrados en este mundillo. Absolutamente cada plano del juego es precioso, con un efectismo visual más propio del arte pictórico que de un “simple” videojuego.

Paulatinamente el impacto visual inicial disminuye, cosa lógica por otra parte, pero igualmente los escenarios irán variando; mientras nuestros primeros pasos transcurren en un entorno natural lleno de vegetación, insectos y otras criaturas, poco a poco nos vamos adentrando en zonas urbanas completamente devastadas y carentes de cualquier atisbo de vida, que a su vez darán paso a un “infierno” mecanizado y gravitatorio, con la consecuente variación en la naturaleza de los obstáculos que debemos superar. A título personal veo totalmente intencionada esta progresión en el entorno hasta alcanzar el esclarecedor final, pero al mismo tiempo la ausencia de cualquier tipo de explicación da libertad al jugador para interpretar a su manera lo que ocurre y porqué, o directamente no hacerlo y simplemente dejarse llevar, disfrutar de la experiencia.

EXPRESIONISMO INTERACTIVO

A día de hoy hay muy pocos productos en el mercado, por no decir ninguno, que ofrezcan una experiencia similar a la que ofrece Limbo. La obra de Playdead supone un paso importante en la evolución de los videojuegos, pero en una vertiente que nada tiene que ver con la de las grandes superproducciones con gráficos de escándalo, elaborados guiones o espléndidas bandas sonoras orquestadas. Limbo toma la vertiente intimista, juega con los sentidos, transmite un amplio abanico de sensaciones con el poder de las imágenes, y es incluso capaz de crear un vínculo emocional con el jugador. En resumen, se podría decir que abre con sutileza y de par en par la puerta que separa a los videojuegos del arte en su concepción más clásica.

Todo aquel que busque un pedazo de alma en los videojuegos, que guste del placer por el detalle y tenga un mínimo de sensibilidad, debería pagar sin dudarlo ni un instante los 1200 mp que vale, encontrar un momento de intimidad, apagar las luces, subir el volumen del televisor y dejarse llevar por una de las experiencias más conmovedoras y sorprendentes de la generación.

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Autor: admin Ver todos los post de