Doom

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Cuando alguien tiene que sentarse y hablar de una saga como Doom varias cosas se te pasan por la cabeza. Clásico de clásicos, el verdadero padre de los shooter y uno de los juegos más recordados por los más mayores del lugar. Entonces ID Software va y saca una nueva entrega sin numeración, como si la saga volviera a empezar. ¿Puede mirarse de tú a tú con las entregas clásicas? Sólo una cosa os vamos a decir: Doom ha vuelto.

Es justo decir que muchos no estábamos del todo seguros que este regreso fuera a ser tan glorioso. A fin de cuentas Doom 3 quiso ser otra cosa distinta para adaptarse a los tiempos que corren. Pero en ID han apostado por coger todo lo que hizo grande a los clásicos y, ahora sí, traerlo a nuestra época. Y amigos, la definición de shooter puro nunca estuvo tan justificada como aquí.

El juego empieza a saco, sin más. Sí, hay una historia pero el propio juego hace por que ni le prestemos atención. Arma en mano masacramos todo lo que sale a nuestro paso, brutal, frenético y ágil. Pero claro, no sólo de eso vivía Doom, ¿verdad?. El verdadero miedo que teníamos los jugadores de los originales era que el diseño de niveles no estuviera a la altura del nombre que lleva. Y aquí, señoras y señores, es donde ID ha dado el do de pecho.

Vuelven los mapas laberínticos, vuelven las tarjetas de colores y, sobretodo, vuelven los secretos. Y es que hace falta mirar cada esquina del escenario para encontrar todo. Entre ellos tenemos unos «chips» que se usan para mejorar a nuestro personaje. Esto es de lo poco que han cogido de los shooter modernos, pudiendo mejorar varias cosas de nuestro traje para perder menos vida al caer o cambiar más rápido de armas. También hay un sistema de runas, las cuales desbloquearemos y que ayudan a que nuestro personaje se mueva mejor o consiga más munición para las armas. Eso sí, para poder conseguirlas debemos completar pruebas relacionadas con cada una de ellas y algunas ya os avisamos que son bastante exigentes, aunque si sabemos usar bien nuestro arsenal con clásicos como la ametralladora de plasma, el lanzamisiles o la motosierra…

En el apartado gráfico poco hay que achacarle. Si bien adolece de carga de texturas, todo brilla a un nivel muy alto y a 60 fps constantes. Eso sí, en One tenemos resolución dinámica y en PS4 1080p nativos. Ahora bien, en su modo online si que apreciamos un bajón importante en este apartado. Y hablando del online, Doom nos ofrece un arena clásico donde portamos dos armas y nos liamos a tiros. Aquí cuenta nuestra habilidad con el pad/ratón, como en su día Quake III o Unreal. Es más, el parecido a estos es muy acusado aunque por desgracia se queda a medio camino y no acaba de tener una profundidad reseñable. Varios modos como capturar X zona o todos contra todos se unen a una personalización bastante básica pero con muchas combinaciones. Lo mejor, poder convertirnos en demonio y desatar el caos en la partida.

Como último modo tenemos el SnapMap, una suerte de editor en el que podemos crear nuestros propios niveles y jugar los que la comunidad cuelgue. Desde modos horda hasta niveles enteros. Además con opción a cooperativo. Ya en los primeros días hemos visto desde remakes del primer Doom a adaptaciones del modo Zombie de los Black Ops. Meses y meses de juego nos dará solo este modo y con auténticas maravillas.

Por lo demás poco podemos decir de Doom, quizás un apartado sonoro mejor (aunque está doblado al castellano de una forma más que correcta) o un modo online con un poco de chicha. Sea lo que sea, Doom ha vuelto para reclamar su trono. Y mucho nos tememos que va a costar levantarlo de ahí.