Dishonored 2

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Tras el grandioso videojuego que fue Dishonored (y sigue siéndolo), Arkane Studios se encontró en la tesitura de que cuanto menos, Dishonored 2 mantuviera el mismo nivel. ¿Lo ha conseguido?

Así a bote pronto: sí. La fórmula de Dishonored se mantiene en esta secuela. Es más, lo han llevado más allá al convertir este título en una aventura de acción & sigilo coral. ¿Por qué decimos que es coral? Porque en esta ocasión hay dos ramas, dos personajes: Corvo Attano y Emily Kaldwin. Prácticamente al comienzo nos dan la opción de con quién queremos jugar. La trama y sus diálogos se adaptan al personaje escogido. Esta función la consideramos novedosa pues dista mucho de ser una práctica común.

Corvo fue el protagonista de la primera parte en la que tuvo que salvar a su hija, Emily Kaldwin. Unos años después Emily toma el poder pero se lo arrebata Delilah Copperspoon. Tras un suceso comienza la aventura que se podría decir que es de venganza, el objetivo es por así decirlo, recuperar el trono que ha sido arrebatado.

Las diferencias a la hora de jugar con Emily o Corvo son palpables. Corvo es un amante del sigilo, sus poderes son conocidos por quienes hayan jugado al primer videojuego. Emily también puede apostar por el sigilo pero la verdad es que tiene unos poderes que se pueden usar para enfrentamientos más directos. El dominio de sus dobles fantasmales es un poder a tener muy en cuenta, el de colapsar la mente de los enemigos también ayuda mucho. Otro que viene muy bien es el de encadenar a varios enemigos, lo que se traduce en que si matamos a uno mueren los otros a los que hayamos “encadenado”. Ya ni digamos el de la sombra, podemos ocasionar con ella unas matanzas muy sanguinarias.

Ambos protagonistas tienen poderes bien diferenciados para que la experiencia de la acción y el sigilo sean diferentes. Luego está lo que comenté antes, los diálogos y el cómo se experimenta la trama se adapta a cada uno de los dos personajes. Considero que Arkane Studios ha acertado de pleno al implantar este estilo.

Como en el primer videojuego, en Dishonored 2 hay diferentes finales dependiendo del nivel de caos. Con mucho sigilo y sin matar no habrá caos, si nos dedicamos a matar a los guardias que nos han traicionado, el caos será elevado. En mi primera partida he optado por el caos elevado, he tomado el rol de que no hay que perdonar a quien traiciona. A mí me gusta combinar el sigilo con la acción. Con Emily se puede plasmar muy bien lo de atacar sin ser vistos, ahora que si nos ven, es un lujo el combatir con espada, cubrirse, contraatacar -aspecto fundamental para la defensa y ataque-… el combate está muy bien llevado. Bien podemos ir de cara como rehuir de él si son varios enemigos que por cierto, atacan de cerca con armas de cuerpo a cuerpo o de media distancia con pistolas o arrojándonos piedras u otros elementos. Ser compasivos es una buena virtud, para llevar a cabo nuestra venganza debemos ser implacables. Tendremos la opción de noquear a nuestros enemigos y objetivos; como con todo, si no se está seguro del todo es mejor dejarlos con vida, así pueden incluso ayudarnos desde nuestra base. Sí, en Dishonored 2 tenemos una base que viene a ser un barco, de ahí sale todo.

Hay una buena variedad de contrincantes e incluso criaturas. Los robots tienen ataques muy contundentes. Tanto Emily como Corvo tienen una barra de vida que baja muy rápida incluso en el nivel de dificultad normal. A los robots no se les puede atacar como a los guardias. Tenemos que deshacernos de sus extremidades para que luego exploten. Además, también hay espectros en forma de perros, brujas, pseudo-zombies… cada tipo de enemigo tiene sus patrones de ataque. Del mismo modo y como he dicho, tienen sus propias defensas. Por ejemplo, no nos cargaremos a los espectros perrunos hasta que destruyamos la “calavera” que dejan tirada en el suelo. Si no lo hacemos resucitarán como si nada.

Todo esto deja claro que la dinámica de la acción es muy alta. A ello hay que sumarle el fabuloso diseño de los niveles. Podemos usar la altura para divisar todo más claro, escondernos en diversos recovecos, etc. Arkane Studios ha hecho un gran trabajo con el diseño. Con jugar cualquier misión nos damos cuenta de lo diferente que es el progreso y sus situaciones comparándola con la anterior misión que hayamos completado. Es fabuloso.

Al principio de cada misión nos dejan en un lugar donde debemos de ir recolectando las runas o los talismanes de hueso que por cierto, también podemos crearlos. Las runas son para que adquiramos los poderes, también para mejorarlos e incluso mejorar otras cosas como la barra de vida. Los talismanes son para obtener ciertos atributos. Podemos activar el de que hagamos más daño con la espada pero por el contrario se usará de forma más lenta, poder recuperar el maná de los poderes más rápido, que la fuerza de nuestros dobles fantasmales sea más devastadora… hay un límite a poner, si bien en el mercado negro podemos aumentarlo -en total se pueden tener 10 talismanes activados-. En el mercado negro es donde podemos comprar munición para nuestra pistola, ballesta, de normal tendrán runas para comprar, códigos de cajas fuertes, etc. También podemos mejorar la capacidad de munición de varios tipos, de llevar más elementos de curación y de maná y mucho más. Hay mercados negros en muchas de las zonas que visitamos en las misiones, incluso tienen su intrahistoria.

La trama de Dishonored 2 se cuenta con muchos detalles. Hay muchos audios, periódicos, libros, visitas a «El Vacío», escenas y diálogos. La profundidad de la historia es brutal, la exploración es crucial para que conozcamos cómo va progresando todo. Conviene ir pausado para estar al loro de todo, incluso hay diálogos entre ciudadanos que merecen ser escuchados. Os recomiendo que avancéis con calma y tranquilidad, así no se os escapará ningún detalle. Es cierto que hay zonas en las que hay guardias o trampas que harán que nos escondamos, pero también hay lugares de libre acceso en los cuales podemos campar a nuestras anchas. No sólo hay exteriores, en los interiores es donde más deberemos de rebuscar.

El diseño artístico de Dishonored 2 es de un nivel considerable, consigue sumergirnos al completo. El aspecto gráfico no está al mismo nivel, de hecho en ocasiones desluce. Los elementos lejanos no tienen un grado de detalle muy consistente. Hay efectos de luz que no quedan muy allá, es un fallo técnico que se produce algunas veces si sobrepasamos rápido alguna estancia. Por suerte, este fallo no repercute sobre la jugabilidad. En la cercanía luce mejor, todo se ve más detallado, siempre teniendo en cuenta que no estamos ante un portento gráfico. Arkane Studios ha priorizado el diseño artístico y el diseño de los niveles. En esos dos campos sí que rinde de maravilla. Sobre otros aspectos técnicos, no hemos percibido caídas de frames durante los enfrentamientos, incluso cuando estamos ante muchos enemigos con explosiones de por medio, se muestra muy sólido. La IA se basa en ir a por nosotros, si ya no nos ven intentarán acudir al último punto donde nos vieron. Esto propicia que podamos acometer emboscadas. Por lo demás, las animaciones faciales o al deslizarse, atacar, físicas de las explosiones… cumplen con su cometido.

El sonido de Dishonored 2 cuenta con un doblaje al castellano muy bien representado. Bethesda España suele escoger buenas voces que dignifiquen el papel que representan. En cambio, la BSO por lo general pasa bastante desapercibida. No se me ha quedado ninguna pieza musical en la memoria. Los efectos sonoros están a la altura de lo esperado.

Arkane Studios ha conseguido algo muy difícil, Dishonored 2 dignifica mucho a la saga que representa. Estamos ante un “más y mejor” de manual, con una evolución adecuada al implantar el estilo de jugar bien con Corvo o con Emily. Es fácil llegar a las 20 horas de duración con cada personaje. Si os gusta la acción, explorar, sigilo… todo ello con poderes muy bien introducidos y dentro de un guión con una elaboración exquisita, ni lo dudéis. Dishonored 2 es un juegazo de principio a fin, altamente rejugable. En definitiva, es de lo mejorcito que hemos experimentado en lo que llevamos de generación.